martes, 31 de enero de 2012

Trastoque

No puedo mirar tus caderas sin que las manos me deslicen sobre ellas. Me siento solo si no acaricio la luna y estúpido si solo la miro pasar. Antes olía a canela, solía perderme entre mares de sombras sosegantes, allí donde nos inventabamos momentos de lucidez. Hace dos bocados tus caderas eran de pan, tostado por el saber hacer del tacto del nácar, que pese a tostarme en los más cálidos sueños, provenía del interior de un mar de perlas negras. Huelen a horno mis heridas, por querer recoger mi tiempo antes de que fermentara la levadura. Fuera –hace frío- creció el muro más liso del mundo, dentro –hace frío- creció el reflejo más esperpéntico; pero cuando lo miré, no logré cambiar la dirección del espejo. Recuerda, si mis manos no están sobre tus caderas es mi cabeza la que no reposa sobre tus hombros.

sábado, 28 de enero de 2012

Palabras viejas

¿Cuando se hace viejo un Te quiero?

Las palabras viejas son arrugadas, las palabras viejas son lentas.

La vejez de las palabras es mucho más larga que su juventud.

Pero la vejez no consiste en olvidar la juventud, ni tampoco en negarla, consiste en aceptar que la vida pasa y le ha dejado el turno a otras palabras. Que no, que no quiero ser viejo, pero tampoco me preocupa la vejez. No le voy a dejar el turno a otro yo, porque dicen que un río es su manantial, es cada recoveco, es cada orilla y es cada centímetro de su desembocadura. En definitiva, solo se conoce a si mismo en presente, de evolución constante, pero presente.

sábado, 21 de enero de 2012

En el quicio de tu corazón

Esta mañana mi madre me ha despertado diciéndome: ¿te preocupa que ninguna de tus relaciones haya durado más que la de Hiter y Eva Braun? Bueno, también me trajo zumo de naranja, eso compensa.

A lo que íbamos, estoy en el quicio de la puerta de salida. Me gusta disfrutar de los momentos que otra gente no disfruta. Porque disfrutar no es siempre sinónimo de felicidad, disfrutar es saborear, abrazar la realidad. La realidad se presenta con formas escarpadas y efímeras que muchas veces no llegamos a entender, pero debemos preguntarnos porqué. No vale no comprometerse con nuestra realidad, eso ya no es ni siquiera de cobardes, es de mentirosos con la existencia. Por eso me quedo en el quicio de la puerta de un bar, mientras en mi cabeza suena si te vas. La música de mi cabeza supera a la del bar y me quedo mirándote, esperando un noselqué que nunca llegará.

Para algunos la música celestial es la perfección del movimiento de los astros, para mi es la música que sale de mis dedos cuando estoy en el quicio de algún corazón. Tienes razón, con tanto quicio me desquicio, pero que sepas que con la pregunta de mi madre me reí y pensé:

No me preocupa lo más mínimo.


Como me gusta aprender de una autocrítica señores, y con mas hierba que tená, adiós.

viernes, 20 de enero de 2012

Carta de Londres a Manhattan

¿Sigue siendo tu mayor preocupación que ninguna de tus relaciones haya durado más de lo que duró la de Hitler y Eva Braun? Lo siento, sabes que te he amado en gran parte por tu sentido del humor, así que no me culpes por imitarlo. Nunca te lo dije, porque estaba llorando, pero deberías preocuparte porque alguna de tus relaciones acabe mejor. Ha caído en mis manos tu novela, me ha gustado, pero salvo la descripción de mi rostro todo necesita otra vuelta de tuerca. ¿Por qué pareces seguir viviendo en una posición privilegiada de Manhattan? ¿Por qué las drogas y la televisión no llegan a empañar tu idiosincrasia y tu narcisismo? Acepta que formas parte de la gente común y entonces podrás seguir leyendo esta carta. ¿Sigues? Pues ahora que ya estás con los pies en el suelo permíteme hacerte la zancadilla, así se te caerán todos esos absurdos neurosupuestosproblemas y tomate un Valium, que no da cáncer. Y ya en el suelo, sin nada de lo que quejarte, te darás cuenta de que tu verdadero problema es no saber qué quieres de verdad, pero ¿cómo lo vas a saber, si no sabes qué hacer un domingo por la mañana? Eso es lo que de verdad merece tu atención. Todavía me acuerdo de tu cara jadeante, de ver como te aferrabas a un cambio metafísico; pensabas que correr unas cuantas manzanas era sacrificarse por amor y en cambio no podías esperar seis meses por mí. Y sí, gracias por haberme “amado” tarde.

domingo, 8 de enero de 2012

Si te da miedo, no mires.

La puta realidad, que mal servida, llega a la mesa como único sustento de nuestro maltrecho apetito. No llevamos nosotros el tenedor a la boca, pero la realidad siempre acaba rodeando la lengua, bailando con ella un tango de pasiones encontradas. Al abrazarla no la quema, solo la cocina la fuego lento o con airadas prisas, justo al revés de como convenga.

Me gusta darle vueltas a todo, como si todo fuera carne de buey, dura y humeante, para así poder digerirlo cómodamente. Aunque, casi siempre, la realidad sea un accidente de tráfico y mi posición la de un lisiado que mira como se desinfla un globo, que simplemente, pretendía representar cuanto te quiero.

No soy un comensal en un restaurante de lujo, aunque a veces, pretenda serlo.