lunes, 19 de marzo de 2012

jueves, 8 de marzo de 2012

Escrito ayer

Hoy, precisamente hoy, soy incapaz de no acordarme de ti. Tú también lo has hecho, y quizá sea la última cosa que hagamos juntos. Que bonita definición, dos personas para las cuáles estén vedadas determinadas acciones, determinados sentimientos, y que en esa íntima soledad se halle el amor; la pena es que habría que considerar el desamor simplemente como otra forma de amar. Y entiéndeme cuando digo pena, pues no es algo doloroso sino simplemente es una sensación más, que me recuerda que estoy vivo. Es la misma pena que siento al saber que no leerás esto. Si ahora mismo estas delante de la pantalla y te ríes, olvídate. Estar delante de la pantalla no es leer, leer es comprender, como lo es amar, y pasarán muchos años hasta que logres leer esto con la suficiente perspectiva; hasta que logres hacer algo más que ponerte delante de la pantalla, no solo con este texto, no solo conmigo. Casi tantos años como tienen que pasar para que pueda archivar todo lo que resta de ti en mi mente, todo lo que está todavía demasiado desordenado como para que pueda organizarlo y digerirlo.

Lo guapu pa los tontos como yo, ye divagar; pararse dónde nadie lo hace. ¿Sabes qué es lo más importante de todo esto? El momento en que me acorde de ti. Ese momento define toda esta historia. Aquí es dónde te apeo de la segunda persona, es zona reservada:

Y entonces ella se me vino a la mente, a pesar de que tenía tu sonrisa delante. Joder, otra vez, ¿pero qué esperaba? Era hoy o nunca. Si me hubieran preguntado que iba a pasar hoy, antes de conocerte, seguro que ni por asomo hubiera pensado que sería tan fácil. Pero precisamente es para eso para lo que nos sirve olvidarnos de la soledad, para hacer que todo sea un poco más fácil. Para olvidarse con dos mechones rubios de una oscura melena de nubes de tormenta. Aun así recuerdo que su pelo se ponía naranja con el sol, y quizá fue eso, solo eso, lo que me hizo olvidarme de que ese carbón oscuro, algún día iba a calentar las brasas de mi parrilla.
 
  ¿qué voy a hacerle si ayer era ayer?

miércoles, 7 de marzo de 2012

Copie y pegue en su vida, gracias.

-Déjame.

-No mientras tu pelo me siga diciendo que me quieres.

-Mi pelo siempre dice lo que le da la gana.

-Tu pelo siempre dice la verdad, siempre dice lo que le dice el viento, lo que tus pestañas le han dicho al viento. Y tus pestañas, te conocen mejor que nadie; conocen lo que encierran tus labios, conocen lo que tus ojos gritan.

domingo, 4 de marzo de 2012

Tienes lo que te mereces


Hablemos en tercera persona, mantengamos la distancia, adecuemos las letras a la realidad. Se adecuaban las manos a su cintura, lentas y precisas, directas a sus entrañas para amasarlas durante años. Pero por más que sus intestinos pasaban por entre mis dedos nada consiguió digerirse, y así, con todo a medio comer, se fue. Ahora estoy aquí, abrazado y compuesto, ella se estrena en la locura mientras los ojos la siguen, planos y serios. Lógicamente, una vez más, me pregunto por lo que pasa por delante de mi cara. Lo siento por quienes le gusta lo justo, pero a mi no me gusta que tenga lo que se merece, porque después de todo sigo esperando que el servilletero dónde vertí mi reflejo haga eso, parecerse, aunque sea tarde, a mi reflejo.

Solo puedo utilizar una segunda persona a la vez, solo puedo quedarme en el quicio de la puerta para ver el cielo romper a llover, solo puedo prometerte que disfrutaré de la felicidad, de la desgracia, de tus lágrimas, de las carcajadas que te quiten el aire, de las imágenes que me quiten el sentido, de los soldados que mueran en la batalla, del calor que hay entre tus piernas.