sábado, 19 de mayo de 2012

Salvo que salga el sol


Sería feliz si entre tus versos empolvados encontrara mis pupilas, calladitas, observándote mientras escribes. Pero no te equivoques, que me gusta más encontrármelas clavadas en las tuyas, mirándonos bien cerca hasta que nuestros ojos se conviertan en uno solo, que alcance a ver todos los recovecos de nuestros cuerpos.

Cuando pasen los años y juguemos con nuestros cuerpos moldeables a nuestro antojo, diles que no, que tu no quieres cambiar, porque hubo alguien que una vez te dijo que no cambiaras nunca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario