domingo, 8 de enero de 2012

Si te da miedo, no mires.

La puta realidad, que mal servida, llega a la mesa como único sustento de nuestro maltrecho apetito. No llevamos nosotros el tenedor a la boca, pero la realidad siempre acaba rodeando la lengua, bailando con ella un tango de pasiones encontradas. Al abrazarla no la quema, solo la cocina la fuego lento o con airadas prisas, justo al revés de como convenga.

Me gusta darle vueltas a todo, como si todo fuera carne de buey, dura y humeante, para así poder digerirlo cómodamente. Aunque, casi siempre, la realidad sea un accidente de tráfico y mi posición la de un lisiado que mira como se desinfla un globo, que simplemente, pretendía representar cuanto te quiero.

No soy un comensal en un restaurante de lujo, aunque a veces, pretenda serlo.


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