¿Y si soy feliz?
Pues debería de preguntármelo, porque ciertamente estoy ante
el abismo -mentira, hace tiempo que salté, ahora sólo estoy descubriendo que
vienes detrás de mí- y necesito mirar
atrás. Eso si, poco, porque cuando tienes detrás a alguien que cae con ese
aplomo, una mirada basta para apretarse la cabeza contra el pecho y entrar al
agua de cabeza. Hace tiempo que dejé de mirar hacia delante, ¿Para qué, si por
honda que sea la cueva la luz consigue colarse entre tu pelo? Y créeme no hay mecha
que no se encienda con la chispa adecuada, y tú serías capaz de hacer arder la Antártida
solo con un beso -sé que por no equivocarme la quemaría yo mismo con un bidón
de gasolina- así que no te asustes porque esté en carne viva.
Amor, eres algo tan ridículo como una distracción, eso si
nos distraes del mayor de nuestros miedos, la soledad. Y tú, no te el olvides
del te, nunca.
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